parece que poco a poco voy encontrando de nuevo mi espacio. después de un fin de semana de muchísima limpieza, pusimos orden a nuestras cajas y a nuestras cosas y, aunque todavía queda mucho por hacer, la casa empieza a parecer eso, casa.
volver a cocinar, poder sentarme en el sofá a charlar un rato con él después de cenar, recuperar los 15minutos de lectura en la cama antes de apagar las luces, desayunar mientras leo alguno de mis blogs favoritos… estas rutinas me sosiegan y me dan estabilidad, son mi zona de confort. me gusta mucho nuestro nuevo hogar; es un piso antiguo, muy antiguo, con techos altos y suelos irregulares, puertas que no cierran bien y habitaciones que no tienen sentido, pero en eso reside gran parte de su encanto; en eso y en la luz que entra en el salón y en nuestra habitación/despacho. no todo es maravilloso, por eso, nunca lo es; en los 15 días que llevamos aquí hemos podido ver y comprobar las joyitas que esconden los pisos antiguos y el lampista y yo nos estamos viendo prácticamente a diario pero, aún así, me gusta mucho.
adoro la zona donde estamos. adoro descubrir restaurantes veganos y vegetarianos, heladerías con polos con sabor a limón y semillas de chia; adoro tener 3 supermercados ecológicos a menos de 10 minutos andando, una panadería de barrio con panes de todo tipo, una plaza que llena todas sus terrazas cada vez que sale el sol, una tienda de productos de cosmética ecológicos, un centro de yoga y baile a tiro de piedra y un restaurante napolitano de pura cepa donde ya nos conocen (gracias a mis intolerancias) con una bufanda colgada en la entrada que reza la mia mamma mi ha fatto bello, sano e napolitano… adoro todo esto.
y al mismo tiempo que disfruto descubriendo el barrio y familiarizándome con sus rincones, hay una especie de angustia interior que me acompaña a diario, un ronroneo incesante. hay algo en mí que ya no es igual, cosas que ya no encajan (rutinas, actividades, aficiones…); lo que antes valía no necesariamente vale ahora también. en muchos momentos me siento como en una especie de limbo: lo de antes ya no sirve pero todavía no sé lo que quiero, lo que necesito. el ying y el yang, el equilibrio, encontrar tu lugar… es una sensación familiar: es el cambio, el cambio que nos hace avanzar. y, como siempre, todo pasa: las emociones se calmarán y, como por arte de magia, todo se irá colocando en su nuevo lugar. respetar los tiempos de los procesos, en esas estamos siempre.
aprovechar las sacudidas que te da la vida para conocerte mejor y así poder ser más feliz y, mientras dure el zarandeo, disfrutar de lo que hay, que es mucho y bonito.
Un beso grande grande
Maite
www.everydayunrato.com
Acabo de descubrirte, sin querer, por casualidad, y no he podido evitar leer tus posts, uno detrás de otro, disfrutando cada uno más que el anterior, sintiéndome casi parte de tu historia solo con leer tus palabras.
Me ha encantado tu mundo, me quedo paseando por él en este lunes que para mi gracias a ti, será mucho menos lunes.
Un abrazo.
Anabel.